En este caso, no cruzamos la cordillera, pero sí el paso fronterizo entre Israel y Jordania.... y qué paso!! Apenas entramos en Jordania, se nos vinieron al humo tres o cuatro tacheros que hablaban en árabe o inglés y cobraban en dinares a precio más caro que el dolar. Así que tuvimos que ponernos a negociar el precio del viaje hasta Petra. Aca la onda de regateo se maneja a los gritos y no podes zafar de eso.
Ro' estaba pálida y en un intento por bajar los decibeles antes de que la cosa se ponga espesa, dijo "les parece que hay que discutir con estos señores?!". Todos se cagaron de risa porque acá, en medio oriente, el griterío es parte del folclore. Algo así como lo que pasa en el Once.
Finalmente llegamos a un acuerdo: ellos nos dejaban salir vivos y nosotros pagamos por eso.
Llegar a Petra fue una aventura. Los chicos estaban requete contentos de que iban a ver el lugar donde se filmó una de las pelis de Indiana Jones y nosotros estábamos fascinados por encontrarnos con semejantes edificaciones de nabateos y romanos, talladas íntegramente en la roca, algo único en el mundo.
Para llegar, hicimos una caminata de unos 4 kilómetros, no porque el taxi nos dejó a pata, sino porque es la única forma de acceder. También podés ir en burro, caballo o carrito tirado por mulas, pero nosotros decidimos hacer footing para bajar el humus que teníamos en sangre.
Durante el camino, cada piedra (y eso que son muchas) te sorprende más que la anterior. La caminata es larga y el calor agobiante, pero vale la pena cada paso.
A la vuelta, tuvimos que apurarnos para cruzar nuevamente la frontera antes de que cierre por la noche. La policía jordana, cuando vió nuestros pasaportes argentinos, nos despidió al grito de "Messi, Maradona!". Al Huber tuvimos que contarle a qué se refería!